No paraba de mirarme. Era una de esas miradas suyas, que podrían atrabesar un bloque de cemento.
Noté como la piel de la cara se me empezaba a calentar, y supe que me estaba poniendo roja.
Sonrió.
Cogió un pobre mechón que colgaban de mi coleta y lo acarició suavemente. Pasó su mano por mi hombro, acto con el que consiguió que pusiera mi cabeza sobre su pecho.
Me quedé bocarriba, mirándolo. Era tan... perfecto.
Volvió a sonreír, y esta vez pasó su suave mano por mi mejilla.
Se inclinó y puso sus labios a escasos milímetros de los míos. Notaba como se me aceleraba el pulso, pero él seguía firme.
Poco a poco, se fue acercando hasta que nuestros labios se tocaron finalmente. Estaban calientes.
Noté como la piel de la cara se me empezaba a calentar, y supe que me estaba poniendo roja.
Sonrió.
Cogió un pobre mechón que colgaban de mi coleta y lo acarició suavemente. Pasó su mano por mi hombro, acto con el que consiguió que pusiera mi cabeza sobre su pecho.
Me quedé bocarriba, mirándolo. Era tan... perfecto.
Volvió a sonreír, y esta vez pasó su suave mano por mi mejilla.
Se inclinó y puso sus labios a escasos milímetros de los míos. Notaba como se me aceleraba el pulso, pero él seguía firme.
Poco a poco, se fue acercando hasta que nuestros labios se tocaron finalmente. Estaban calientes.